Era mi sueño

volver a quererte

otra vez

y para siempre.

Ahora que te miro
Ahora que me estás mirando
todas las flores de la Alcarria 
me caben en una mano.

Llega el invierno

y sigue abierta

la flor

que nos separa.

Estamos juntos

cuando no hace falta la piel

para tocarse.

A medio camino
avanzamos más erguidos
y cada paso en falso
se convierte en un nuevo equilibrio.

¿Dónde acaba tu nombre 

cuando no está escrito?

Gusano de seda.
La noche se alarga
y la vida espera.

Nos movemos hacia delante
por la orilla del canal
y los dos sabemos movernos
y ninguno se deja llevar.

Verde es el camino.

A veces dejo de ser
y espero que la vida sea.
Cuando dejo de ser el pez,
siento que soy marea.

Sintetizo las formas
miro desde arriba
buscar palabras
encontrar geometrías.

Estaremos muertos
cuando dejemos de escribir libros
y el recuerdo sea silencio
y el pasado sea solo olvido.

Soy el instante,

soy el momento,

soy todo lo que es

y todo lo que sigue siendo.

Cuando cae la nieve
el tiempo se congela,
por eso cae tan despacio,
por eso casi nunca nieva.

No hay mapas,
no hay destino,
no hay horizonte,
si no hay camino.

Cuando algo no está
sigue estando presente
en el hueco que deja su ausencia
donde antes podía verse.

El amor no se pide.
El amor no se cambia.
El amor no se dice.
El amor se regala.

Después de la cascada,
al fin de la tormenta,
el agua se reposa
y la vida se contempla.

Cuando el azul derrita el horizonte
y el cielo se junte con el mar,
miraremos un fondo celeste
lleno de nubes llenas de sal.

Verde es el camino

que une los dos molinos

que mueven el mismo aire

que miran el mismo río.

Se ha helado el agua
desde que te asomaste a mirar.
Ahora tu cara es el reflejo que siempre miro,
la imagen que siempre está.

Soñamos juntos
mientras respiramos lento
tumbados los dos boca arriba,
dormidos bajo el mismo cielo.

Que nadie hable,
que ninguno se mueva,
que todos escuchen
que el silencio suena.

La chica elástica ha vuelto a cambiar
porque no le interesan las formas,
porque prefiere no ser igual.

Toda la poesía del mundo
cabe en un lugar tan pequeño
como el hueco que forman tus manos
cuando al hablar, entrelazas los dedos.

Me gustan las historias redondas
y los finales cuadrados,
los personajes que saben guardar las formas
cuando todo está deformado.

Un hilo de voz
de tan fino transparente
ata las palabras que susurras
cuando sueñas, mientras duermes.

Con la mente medio tranquila
y el agua casi quieta
el azul de la piscina
se vuelve más violeta.

La distancia que nos separa
es la misma que nos acerca,
la misma que nos mantiene lejos,
la misma que nos conecta.

Infinitamente feliz.
Felizmente infinita.

En la búsqueda de lo fácil
y la conquista de lo sencillo
empecé a ver el verde
entre el azul y el amarillo.

Entre el blanco y el negro, 

entre tú y yo, 

en ese espacio diminuto,

hay un punto de color.

El vacío y lo profundo
se quedaron sin opción
cuando entró la mano derecha
en el bolsillo del pantalón.

Tres días de cada dos
me sobran las palabras
y me falta la voz.

El espacio que separa
entre sí las palabras
se hace grande cuando dudas,
cuando mientes, cuando callas.

Los segundos pasaron primero,
adelantándose a los minutos,
las horas y los milenios.

A veces empiezo a creer
que es más fácil cerrar los ojos
para llegar a ver.

Más hoy que ayer
Más dentro que fuera
Más yo que tú
Más soy que era.

Las flores estampadas
se han empezado a secar
en la falda del vestido
que aún está por estrenar.

Soñé que era nieve y la noche se hizo blanca.
Soñé que era noche y la nieve cayó al alba.

He perdido el hilo, pero no sé dónde.
Buscaré entre las minúsculas,
los artículos y las hipérboles.

Haciendo como que hago,
hago como que empiezo
y empiezo a hacer algo,
sin saber que lo estoy haciendo.

Los novios de la tarta
se han empezado a cansar
de que les roben el protagonismo
los novios de verdad.

Antes de llegar ya me estoy yendo
del lugar hacia el que voy,
del lugar desde el que vengo.

En el mango del paraguas
hay un loro tallado
que no se moja nunca,
que siempre está callado.

Una pamela de fieltro
y un pantalón de campana
empezaron a salir juntos
sin que nadie se enterara.

Nadando de espaldas
dibuja un destello
que separa cielo y mar,
que une mar y cielo.

Una trenza de palabras decora su cabeza.
Un lazo de versos decora la trenza.

Donde no te encuentro
duerme la vida
y despierta el recuerdo.